Ayer supimos de la reducción del 10% en las capturas de gamba de Tarragona. Un mazazo más para nuestra industria pesquera, que tras enormes esfuerzos se ve perjudicada incluso comparada con las flotas de los puertos de l’Empordà. Europa ha adoptado medidas como la reducción de días de pesca, el registro digital de capturas, la implementación de sistemas de localización de buques y la obligatoriedad de desembarcar las capturas no deseadas. En el caso del Mediterráneo, se propuso inicialmente reducir los días de pesca de 130 a solo 27 al año. Sin embargo, tras intensas negociaciones y la oposición de países como España, se logró un acuerdo que permite mantener un mayor número de días de pesca, condicionado a la adopción de prácticas más sostenibles. La reducción de cuotas pesqueras y los mayores controles sobre las capturas incrementarán los costos operativos, dificultando la competitividad frente a las grandes flotas industriales. Se estima que las adaptaciones necesarias, como la instalación de sistemas de localización y dispositivos para reducir el impacto ambiental, pueden costar hasta 90.000 euros por embarcación, una carga significativa para los pequeños pescadores.
Eso es lo que tenemos en Tarragona. No las grandes naves industriales que son capaces de pescar 400 toneladas diarias (lo pueden leer en el Diari del día 11-12-2024 «Los barcos del infierno»). A nivel global, la sobreexplotación de los recursos marinos también afecta a países en desarrollo. En África, los acuerdos de pesca permiten a las flotas europeas capturar grandes cantidades de pescado, en detrimento de las comunidades locales. Estas prácticas han sido criticadas por su opacidad y falta de controles efectivos, exacerbando las desigualdades y comprometiendo la seguridad alimentaria en el sur global. La flota pesquera china, con más de 16 000 buques subvencionados, compite en regiones como África occidental y el mar de China meridional, afectando a los ecosistemas marinos y generando tensiones diplomáticas. Estas flotas también están vinculadas a actividades ilegales, como la pesca en áreas protegidas y el uso de pabellones de conveniencia para evadir regulaciones. Mientras se protege al grande se ahoga al pequeño. Una injusticia en toda regla.