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José ‘Pepe’ Mujica, la bondad al gobierno

14 mayo 2025 20:50 | Actualizado a 15 mayo 2025 11:00
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José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay, hijo de inmigrantes vascos e italianos, se convirtió en un referente ético y político de una izquierda austera, honesta y profundamente democrática. Fallecido hace dos días, deja tras de sí una larga vida política. Como militante tupamaro en su juventud, Mujica fue herido de bala seis veces, encarcelado en cuatro ocasiones e incluso logró fugarse en dos de ellas. Pasó más de una década en prisión (de 1972 a 1985) bajo condiciones inhumanas. Aislado y en la oscuridad, duró 7 años sin leer un solo libro, según ha contado. Al recuperar la libertad tras el retorno de la democracia, eligió el camino del diálogo. En 2010 llegó a la Presidencia de Uruguay. Su paso por el poder rompió moldes. Tras ser elegido presidente, después de una contienda electoral de la que salió vencedor, rechazó mudarse a la residencia presidencial y siguió viviendo en su humilde casa con su esposa. Un 90 % del sueldo que recibía por su labor, que por aquel entonces alcanzaba los 12.000 dólares, era donado a causas sociales. Mujica vivía como pensaba, en concordancia con un discurso de crítica acérrima al consumismo y al capitalismo desenfrenado, pero sin caer en la nostalgia del marxismo dogmático. «No soy pobre. Soy sobrio. Pobre es el que necesita mucho», señalaba. Con su llegada a la presidencia, Mujica liberó a la izquierda del dogmatismo ideológico. Su aportación consistió en ofrecer nuevas fuentes para sostener el discurso y rebatir los argumentos de la derecha, que señalaban a la izquierda como una tendencia que gobernaba a través de ideas incompatibles con la economía de mercado, la libre empresa y la iniciativa privada. En respuesta a esto, Mujica adoptó un modelo de socialismo democrático. En ese sentido no desconocía el capitalismo y algunos de sus efectos positivos, como el desarrollo tecnológico y la mejora en el nivel de vida de mucha gente. Esa misma coherencia la aplicaba al momento de relacionarse con otros líderes. Si bien condenaba a Pinochet, también hacía críticas muy fuertes a las dictaduras de izquierda y eso le dio una cierta legitimidad. Por ejemplo, nunca fue cercano a Nicolás Maduro. Hay pocos líderes que consigan poner a casi todo el mundo de acuerdo. El Papa Francisco y Pepe Mujica lo lograron. Conviene no olvidar su ejemplo.

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