El turismo en caravana ha crecido exponencialmente en los últimos años, especialmente desde la pandemia, cuando muchos viajeros buscaron disfrutar de unas vacaciones al aire libre, alejados de hoteles y espacios cerrados.
En respuesta a esta tendencia, algunos ayuntamientos han optado por habilitar zonas para que los autocaravanistas puedan aparcar y pernoctar. Es el caso de L’Hospitalet de l’Infant, el primer municipio del litoral en contar con un área específica para caravanas.
Sin embargo, otras ciudades, como Tarragona, llevan años planteándose la cuestión sin llegar a habilitar un espacio destinado a este tipo de vehículos-casa.
La falta de infraestructuras ha llevado a que muchas autocaravanas se instalen en solares y terrenos vacíos, especialmente frente a las playas —como en la Playa Llarga—, en La Vall de l’Arrabassada, en zonas cercanas a la ITV y al campo del Nàstic, o en aparcamientos periféricos como el del Parc Francolí.
En la mayoría de estos lugares está permitido aparcar, salvo señalización contraria, pero está prohibido pernoctar, lo que, según la ordenanza municipal, constituye una infracción leve sancionada con multas de hasta 300 euros.
Pese a ello, el turismo en caravana sigue buscando lugares tranquilos donde pasar la noche y vaciar aguas residuales discretamente. «Hemos recorrido todo el litoral catalán en autocaravana, y en casi todos los municipios había un espacio habilitado para nosotros. En Tarragona, no. Solo nos ofrecen campings, pero no queremos pagar», comenta Uxue García, una turista vasca que lleva tres días aparcada en un solar junto al campo del Nàstic. García explica que, al adquirir su autocaravana, le prometieron que no volvería a pagar por alojamiento. «Ahora nos obligan a gastar, porque en muchas zonas hay señales que prohíben expresamente acampar», señala.
Uno de los problemas más graves es la suciedad que queda tras el vertido de aguas grises en la vía pública. Además, los autocaravanistas no figuran en registros turísticos, lo cual dificulta el control en caso de incidentes, y tampoco pagan la tasa turística. Esta situación ha creado un vacío legal en torno a un fenómeno en auge que necesita una regulación urgente.
Proyectos estancados
En el caso de Tarragona, ningún proyecto privado para crear una zona de caravaning ha conseguido avanzar. La primera propuesta contemplaba un solar en L’Oliva, cerca del Culubret, pero la oposición vecinal frustró la iniciativa. El promotor decidió entonces trasladar el proyecto a Terres Cavades, pero este también quedó paralizado, primero por falta de financiación y después por la presencia de una tubería que impide los trabajos.
«Llevo desde 2018 con este tema y no hay forma de sacarlo adelante. Lo último ha sido el problema de la tubería, que no tiene solución», lamenta el promotor, representante de la empresa Maroem Serveis.
Por su parte, la concejala de Turisme del Ayuntamiento de Tarragona, Montse Adan, reconoce que «ahora es momento de analizar la situación y estudiar si realmente hay una demanda suficiente en la ciudad para habilitar una zona de caravaning». Adan asegura que este análisis se hará en colaboración con el sector de los campings.
Tarragona, a diferencia de otros municipios, dispone de siete campings, muchos de los cuales ofrecen espacios para autocaravanas, aunque de pago. Para el Ayuntamiento, es fundamental evitar la competencia desleal que supondría habilitar una zona gratuita para autocaravanas dentro de la ciudad.
La propuesta de los campings
Como posible solución, los campings de Tarragona han ofrecido al Ayuntamiento el uso de algunos de sus aparcamientos como zonas habilitadas para caravanas, con el objetivo de descongestionar los solares del centro. Es una propuesta que el Consistorio está estudiando.
«La idea es hacer una prueba piloto con dos requisitos básicos: el primero, un control de los viajeros; el segundo, el cobro de la tasa turística», explica Roger Trillas, presidente de la Associació de Càmpings de Tarragona Ciutat.
Además, el camping elegido para la prueba piloto cobrará un precio simbólico por servicios mínimos como el tratamiento de aguas residuales, la electricidad y el agua. «Los campings andaluces, en colaboración con la administración, han sido pioneros en esta fórmula, y les ha funcionado bien», añade Trillas, que destaca que el proyecto aún está en fase embrionaria.
El Ayuntamiento continúa valorando la iniciativa, por lo que no se espera su implementación este verano. Si finalmente se aprueba, la ciudad podría contar, por fin, con un espacio regulado para el turismo de caravanas.