Explica Reis Fabregat, arqueóloga, que los romanos tenían su propia religión, pero estaba ligada al Estado y era muy ‘fría’; sin embargo, les encantaban los cultos orientales, con una puesta en escena más divertida, que además ofrecían dos promesas clave: la vida después de la muerte y la posibilidad de conocer a las divinidades mediante una ceremonia de iniciación.
No es de extrañar, pues, que quedaran fascinados por la diosa egipcia Isis, a quien rendían culto por distintos motivos, en especial por ser protectora de las gentes de mar. De hecho, una de las fiestas más famosas dedicadas a la deidad tenía lugar el 5 de marzo, cuando se reemprendía la navegación por el Mediterráneo, pasada la época de tormentas.
Navigium Isidis
Este mediodía, por un momento, quienes se encontraban en el Moll de Costa pudieron regresar momentáneamente a un 5 de marzo de la época romana para presenciar una procesión en honor a la diosa. A algunos, de hecho, el curioso desfile les pilló por sorpresa.
Era durante la recreación histórica Navigium Isidis, El culto a Isis, protectora de los marineros, preparado para Tarraco Viva por Nemesis, Arqueologia i Difusió Cultural. Las sillas dispuestas en el espacio se quedaron cortas para todas las personas que se acercaron a ver la representación bajo un sol de justicia.
Aunque la procesión, o Navigium Isidis, solo fue el punto final de un recorrido mucho más detallado por el culto a la diosa que se casó con su hermano Osiris.
La representación sirvió también para saber cómo era la vida en un templo isíaco, como los que había en Roma o Pompeya. Es probable, explicaba Fabregat, que Tarraco tuviera también su templo dedicado a Isis, a juzgar por una inscripción ahora desaparecida. Este habría estado en la actual zona de Sant Pere i Sant Pau.
Y es que, a diferencia de otros templos, los dedicados a Isis no estaban en el centro de las urbes, sino alejados. Allí, la imagen religiosa de Isis era peinada, limpiada, vestida... como si de un ser real se tratara.
El viaje al pasado romano lo completaban los actores ataviados sin ahorrar en detalles. La base de la indumentaria de sacerdotisas y sacerdotes eran las túnicas de lino blancas, y los peinados y el resto de elementos variaban en función de la posición y de la labor de cada uno.
Quienes se quedaron con ganas de ver el espectáculo tendrán mañana domingo 18 de mayo una segunda y última oportunidad, a las 12 del mediodía, en el Moll de Costa. La representación es en catalán y la entrada es libre.