Tal como se ha puesto Trump con los aranceles, es mejor cultivar otros mercados, como el asiático. La visita de Salvador Illa a Japón tiene un modelo en que fijarse: Jordi Pujol, que en tres ocasiones fue recibido por el emperador Akihito y su esposa. Alguna vez la gestión para el encuentro fue dada por imposible por el embajador español, pero Lluís Prenafeta la consiguió con sus contactos.
También los empresarios se le mostraron cercanos. Ishihara, presidente de Nissan, le invitó a subir a su coche en un desplazamiento. En el trayecto vieron en una televisión del vehículo un campeonato de sumo, la lucha japonesa practicada por hombres fornidos. Pujol no se sintió pequeño. En Japón nadie le derribó ni le empujó fuera del área de los influyentes.