Migue Leal (Castellón, 1997) ha sido el refuerzo invernal que mayor salto de nivel le ha dado al Nàstic de Tarragona desde su llegada. Un lateral derecho que con su aporte ofensivo ha desbancado a Pol Domingo y se ha convertido en uno de los argumentos ofensivos de mayor calado de los granas. En estas semifinales del play-off, el lateral formado en la cantera del Villa-real, se está midiendo a un equipo en el que tuvo un paso efímero. El carrilero grana, del que muchos destacan su parecido con Dani Carvajal, analiza una vuelta en el Enrique Roca en la que ve posible que el Nàstic obtenga el tan ansiado billete a la final de la promoción de ascenso.
¿Cómo está el vestuario después del empate del otro día? ¿Pesa más la sensación de que la eliminatoria sigue viva o la idea de que en casa se podría haber dado un paso más?
El equipo está muy ilusionado. Como dices, el resultado del otro día no es ni bueno ni malo. Estamos vivos en la eliminatoria. Cuando quedas quinto, si quieres ascender tienes que ganar partidos. Así que iremos a Murcia con la intención de ganar para pasar la eliminatoria.
Se vio a un Nàstic más reposado, menos alocado en ataque. ¿Se ha notado mucho en el vestuario el cambio de chip respecto a la etapa de Luis César?
Sí, ahora ha llegado un entrenador con otras ideas y un estilo diferente. El equipo está intentando adaptarse a lo que nos pide. Creo que hemos ganado solidez defensiva. No tenemos esa locura ofensiva o esa profundidad de antes, pero sí estamos más juntos, no nos generan tanto peligro y eso también es importante. Cada técnico tiene su forma de trabajar.
¿Cómo vivió usted, a nivel personal, la marcha de Dani Vidal?
Yo venía de estar en casa, sin equipo, y Dani me dio la confianza para volver a jugar. Le estoy muy agradecido por eso. No fue una noticia agradable para mí.
Volviendo al verano pasado. ¿Qué ocurrió para que un lateral de su nivel se quedara sin equipo?
No tengo una explicación clara. A día de hoy sigo sin entender por qué me quedé sin equipo. Esto es la vida, a veces no hay respuestas. Pero aprendí mucho de esa etapa, sobre todo en fortaleza mental. Al principio del verano sí tuve alguna oferta, pero no me convenció. Luego esperé... y no llegó nada más. Me sorprendió, la verdad, pero me tocó vivirlo.
Para mantener la forma reconoció en su presentación que había entrenado en solitario, pero también con un equipo de Preferente de Castellón. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue un gran descubrimiento. Estuve todo el verano entrenando solo, y un futbolista necesita el grupo. Empecé a notar que perdía toque, rapidez mental, frescura en la toma de decisiones... y pensé que tenía que entrenar con quien fuera. Me metí con un equipo de Preferente, y para mí una posesión o un rondo era una fiesta. Pasar de estar solo a compartir campo me ayudó muchísimo, aunque el nivel fuera más bajo. Me lo tomé muy en serio, entrenaba feliz.
Cuando el Nàstic lo llamó, ¿tuvo claro que quería venir aquí?
Sí, lo tenía clarísimo. Quería tener esa tranquilidad después de tantos meses entrenando. El Nàstic me parecía un club espectacular, ya lo conocía de enfrentamientos anteriores con el Villarreal. Estaba cerca de casa, con un proyecto ambicioso, y no me lo pensé. Cuando dije que sí, ya solo pensé en entrenar y llegar lo mejor posible.
Qué importante es, tras estar meses sin competir, llegar a un equipo y notar que el entrenador confía de verdad en uno. Dani Vidal le dio minutos a los pocos días. ¿Qué significó eso para usted?
Fue clave, pero también creo que me lo gané. Si vienes sin estar preparado, nadie te regala nada. Dani me vio entrenar, vio mi nivel y me dio la oportunidad. Eso es mérito suyo, pero también mío. No es fácil estar ocho meses parado y rendir al nivel al que he rendido.
¿Siempre ha jugado usted de lateral? Tiene un físico muy específico para ese puesto.
Sí, siempre he sido lateral. Algún año jugué más adelantado, de carrilero o extremo, pero mi posición natural siempre ha sido esa.
Hablemos del Villarreal. ¿Qué tiene esa cantera para formar tantos jugadores? Y ya que lo menciona... ¿cómo recuerda aquel día en Balaídos, cuando ascendió con el Villarreal B contra el Nàstic?
Lo del Villarreal es un trabajo de muchos años. Es un club muy estructurado desde abajo. Y lo de Balaídos fue un día muy feliz para mí: un ascenso al fútbol profesional, algo que no había vivido nunca. Fue un año increíble, tanto por el equipo como por el día a día.
¿Le ilusiona ahora devolverle ese ascenso al Nàstic?
Muchísimo. Sería cerrar el círculo. Ascender con el equipo al que eliminé en aquella final sería muy especial.
Usted estuvo en el Real Murcia durante unos meses. ¿Qué recuerdo guarda de aquella etapa?
Tenía 22 años, era muy joven. Fue la primera vez que salí de casa y no fue fácil. El club estaba muy mal: no cobrábamos, el campo estaba en condiciones muy malas... No jugué mucho y fueron meses duros. Pero me quedo con la afición, con lo que se vivía en cada partido y con el grupo humano que había.
¿Cómo ve al equipo de cara a la vuelta en Murcia? ¿Cree que la unión del vestuario puede ser clave para pasar la eliminatoria?
Sin duda. La unión del vestuario es lo más importante. Cuando las cosas van mal, los únicos que pueden sacarlo adelante son los compañeros que están en el campo.
¿Qué significaría ascender con el Nàstic a Segunda División?
Sería una felicidad inmensa para mí. Por lo que dices: por cómo empezó el año y poder acabarlo de esa manera, con un ascenso. Y además aquí, en este club, que de verdad se merece estar en estas categorías por todo lo que representa, por la afición que tiene, por todo lo que lo rodea. Estaría muy feliz, la verdad. Feliz por volver al fútbol profesional y por poder estar una temporada más aquí, en Tarragona.
