No es que Luis César haya sido un técnico que no haya dicho las cosas claras desde que llegó hace dos semanas a Tarragona para iniciar su tercera andadura en el Nàstic. El técnico gallego sabía dónde se metía. Cogía a un equipo con el play-off prácticamente en sus manos, pero el club le demandaba darle un aire diferente para soñar con más firmeza con el ascenso.
Cualquier otro entrenador podría haber llegado y puesto la excusa del tiempo sobre la mesa. No fue así. Luis César dejó claro desde su presentación que era consciente de ese hándicap, pero no le importó a la hora de apostar por su regreso. Esa misma idea se la repitió al Diari en la primera entrevista concedida tras su vuelta. El entrenador gallego quería construir un equipo con su sello. Por eso se fue tan decepcionado en Segovia en su debut. Los granas empataron y sumaron un punto clave para el play-off, pero se vio a un equipo que navegó en un mar de dudas. Le faltó identidad a un equipo que todavía parecía no haber superado el luto por la marcha de Dani Vidal.
Primeros brotes verdes en el Nou Estadi
El partido ante el Arenteiro, que cerraba la fase regular en el Nou Estadi, era una oportunidad para empezar a ver un nuevo equipo. Con más entrenamientos en las piernas —y, sobre todo, en la cabeza—, la esperanza era comprobar si la idea que trata de implantar Luis César estaba calando. El Nàstic ganó por 2-0, pero finalizó quinto. Eso da un poco lo mismo: lo más importante es que al conjunto grana se le vieron nuevos rasgos identificativos. No vamos a negar que hubo tramos en los que al equipo le costó, pero, en líneas generales, hay aspectos a destacar.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que Luis César tiene clara cuál es la estructura en la que su equipo se va a desenvolver. El técnico gallego ha apostado por el 4-4-2 y el 4-2-3-1 como sistemas base en estos dos partidos. Al igual que hacía Dani Vidal, la mezcla de ambas estructuras parece un hecho. ¿Entonces, en qué se diferencian?
Por lo visto —sobre todo frente al Arenteiro—, el equipo de Luis César busca más control. Le gusta correr y atacar con transiciones, porque va en su ADN, pero ya no lo hace con tanta constancia. Ahora corre cuando lo ve claro. Si la jugada no apunta a prosperar con facilidad, juega atrás y masca la jugada. A veces incluso asume demasiados riesgos al querer sacar el balón jugado. Luis César quiere personalidad y atrevimiento, y por eso involucra hasta al portero en la salida.
Cambios visibles: extremos, defensa y agresividad
Otro cambio evidente es el papel de los extremos. Víctor Narro ha permutado a la banda derecha y en la izquierda está jugando Marc Fernández. ¿Qué hay en común entre ambos? Que actúan a pierna cambiada y son una amenaza por dentro, permitiendo liberar el carril a los laterales. Ante los gallegos, Migue Leal y David Juncà fueron dos carrileros de clara vocación ofensiva.
El equipo está en cocción y apunta a querer tener más control, sin renunciar a su peligro al contragolpe, aunque acumulando un menor número de transiciones por partido. ¿Y sin balón? Luis César quiere un equipo muy agresivo. Le gusta apretar en la primera línea y jugar con la defensa adelantada. Es una obsesión que trata de inyectar en cada entrenamiento. No se cansa de gritar a su línea defensiva que empuje, porque quiere evitar que su estructura se hunda en campo propio.
Es cierto que el Arenteiro no exigió mucho a Alberto Varo, que regresó a la titularidad, ni a la defensa tarraconense. El conjunto gallego apenas generó peligro porque el Nàstic le ahogó en muchos momentos y porque le faltó creatividad para superar un bloque que pretende estar muy junto. Luis César pide a sus delanteros que no se despeguen y al doble pivote que no salte sin orden.
Falta una semana para que el Real Murcia visite el Nou Estadi en las semifinales del play-off. Los granas van a tener que subir el nivel respecto a la victoria frente al Arenteiro, porque los murcianos seguro que exigirán mucho más. No obstante, hay motivos para la esperanza. La identidad de Luis César va calando y el equipo, en casa, es un martillo pilón lo entrene quien lo entrene.