Alderney, la isla británica de los campos de concentración nazis
‘El esplendor’ es un thriller psicológico de Agustín Martínez, uno de los miembros del trío Carmen Mola

Agustín Martínez en la puerta de un campo de concentración.
Los cazadores de herencias existen. Rebeca es una de ellas. De forma paralela César provee de drogas y diversión a clientes VIP. Es el atajo que han tomado para subirse al ascensor social y formar parte de la élite. Rebeca y César protagonizan El esplendor (Planeta), de Agustín Martínez, un thriller psicológico de uno de los integrantes del trío Carmen Mola. Clubs selectos y chicas, lujo desbordado, jouhatsus... Para llegar a uno de los episodios más terroríficos de la Segunda Guerra Mundial.
Jouhatsus, esas personas que desaparecen para empezar desde cero, ¿quién no se lo ha imaginado alguna vez? «En Japón tienen una enorme presión social por triunfar, por el honor, por no fallar a la familia. Por ello, lo que se está dando desde hace tiempo es que cuando alguien no cumple con las expectativas, lo despiden del trabajo o suspende los exámenes, prefiere desaparecer, antes que enfrentarse al fracaso. Y esto que podría parecer anecdótico, en realidad es prácticamente una epidemia. Estamos hablando de unos 100.000 casos al año», cuenta el autor. Unos jouhatsus que con el tiempo acaban relacionándose con los cazadores de herencias. «Hay empresas que se dedican a hacerte desaparecer y otras que se dedican a buscar a los desaparecidos. Todo se convierte en una rueda de dinero donde las herencias terminan siendo capitalizadas», señala.
SS en suelo inglés
Es de uno de estos viajes en busca de fortuna del que Rebeca regresa catatónica. A partir de aquí, la historia conduce a uno de los secretos mejor guardados de la Segunda Guerra Mundial, el campo de concentración de Alderney. «Hay muy poca documentación. El primer libro que cuenta qué sucedió allí es de los años 80 y del primer trabajo científico hace apenas cuatro años», desvela Martínez. «Los británicos vendieron la ocupación nazi en las islas del Canal de la Mancha como modélica, cuando en realidad hubo tres campos de trabajo forzoso y otro de concentración, llevado por las SS. Al final, toda la pequeña isla, de ocho kilómetros cuadrados, se convirtió en un gran campo de concentración. Los ingleses entregaron la investigación al gobierno ruso, diciendo que allí solo habían muerto rusos y se lavaron las manos, consiguieron opacar los hechos y ninguno de los dirigentes de esos campos pasaron por prisión. Murieron de viejos».
El esplendor se aleja del vértigo de Carmen Mola, «es una historia a fuego lento» en la que el autor explora «qué pasa si no conoces del todo a la persona con la que vives y de la que estás enamorado porque la relación de César y Rebeca es honesta, pero la han construido sobre el error de no contarse su pasado y ese pasado acaba saliendo a la luz por mucho que quieras enterrarlo, forma parte de nosotros, de nuestra identidad. Toda la novela habla de ello, tanto a nivel de los personajes como de la propia isla».
El esplendor es un viaje a la pesadilla. «Cuando el ser humano deja de tener miedo, a las leyes y a la moral, al juicio de los que le rodean, entonces se convierte en un ser muy peligroso», concluye el autor.